El encargado por el presidente Joe Biden para lidiar con las causas de la crisis migratoria en Estados Unidos, Ricardo Zúñiga, culminará este jueves un viaje a Centroamérica sin reunirse con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, como tenía previsto, en lo que supone un nuevo gesto del distanciamiento entre los gobiernos de ambos países en un momento en el que el número de centroamericanos que llegan a la frontera sur estadounidense ha alcanzado niveles máximos en casi dos décadas.
Zúñiga, quien llegó el lunes a Guatemala donde sí que se reunió con el presidente Alejandro Giammattei, regresará a Washington sin que Bukele, asiduo a comentar la actualidad por Twitter, haya hecho ni siquiera referencia a esa visita de alto nivel en esa red social ni en ningún otro foro público. “En este viaje pedimos cita con el presidente pero nunca confirmamos esa reunión”, aseguró el enviado de Biden en una conversación con medios en San Salvador. Un portavoz del Departamento de Estado le dijo a EL PAÍS que aunque el funcionario no se reunió con el presidente, tuvo “encuentros productivos” con la canciller salvadoreña, Alexandra Hill Tinoco, y otras autoridades de alto nivel como el fiscal general, además de con miembros de la sociedad civil y el sector privado.
En su visita, Zúñiga también visitó la sede la Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador (CICIES), lanzada por el Gobierno de Bukele y la Organización de Estados Americanos (OEA) para investigar casos de corrupción y anunció una donación de dos millones de dólares. Según la estrategia del Gobierno de Biden, fortalecer el Estado de derecho en los países del norte de Centroamérica es un requisito clave para generar las condiciones que permitan que los centroamericanos no tengan que migrar.
“La lucha contra la corrupción es fundamental en nuestro apoyo a los países de Centroamérica y para los actores que están llevando a cabo esa misión en cada país”, afirmó Zúñiga en un discurso en la sede de organismo en el que aplaudió la decisión de Bukele de permitir su conformación. Esa misma mañana, sin embargo, el presidente salvadoreño escribió un tuit en el que rechazaba el llamado de organizaciones no gubernamentales para que la Asamblea Legislativa apruebe una ley que le otorgue a esa misión independencia del Ejecutivo.
Un nuevo gesto de distanciamiento con el Gobierno de Biden
El desplante de Bukele a Zúñiga supone el último gesto de distanciamiento entre su Gobierno y el de Biden, después de que algunos funcionarios estadounidenses hayan puesto en duda públicamente la separación de poderes en El Salvador. El último en hacerlo, este mismo lunes, fue el portavoz del departamento de Estado Ted Price, quien dijo que esperaba que el Gobierno salvadoreño “demostrara su compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas”.
La semana pasada, el mandatario se enfrentó en Twitter con la congresista demócrata de California Norma Torres, quien ha criticado abiertamente a los gobiernos de los países de origen de los migrantes y ha tildado a Bukele de “dictador narcisista”. El presidente salvadoreño respondió pidiendo a los latinos de California que no votaran por ella en las próximas elecciones, lo que provocó una condena del caucus hispano del Congreso de Estados Unidos por considerar que estaba interfiriendo en asuntos políticos de un país extranjero.
Desde su llegada a la presidencia de El Salvador a mediados de 2019, el mandatario dejó claro que Washington era su “aliado más importante” y comenzó un acercamiento con el Gobierno de Donald Trump. La buena conexión entre ambos mandatarios, que compartían la afición de gobernar a golpe de tuit, quedó patente en un encuentro que tuvieron en Nueva York en septiembre de 2019. Un mes después, EE UU amplió por un año los permisos de trabajo de unos 250,000 salvadoreños residentes en ese país protegidos por el estatus de protección temporal TPS.